¡Proletarios y pueblos del mundo uníos!
LOS DIÁLOGOS DE PAZ son parte del camino burocrático del Estado. Reconstituir el Partido Comunista de Colombia y preparar la Guerra Popular es el camino democrático del pueblo.
Se grita a los cuatro vientos: por fin en Colombia “habrá paz”, llegó la hora del “desarrollo rural”, de darle “fin al derramamiento de sangre”, habrá “mejor vida para los colombianos”; una mentira tras otra repetidas tanto por las FARC y sus seguidores, como por el gobierno actual! Unos y otros plantean en esencia mantenerse alineados en esta “democracia” de grandes burgueses y terratenientes, sin transformar los cimientos que generan la opresión y explotación del pueblo colombiano.
Esos “diálogos de paz”, como la propuesta de “Asamblea Constituyente”, ya fueron vividos por el pueblo en los años 90 sin cambios reales para las masas populares, ya que sirven a diferentes intereses menos a los de la gran mayoría del pueblo colombiano. Al gobierno le conviene tener un campo libre de guerra para permitir que los megaproyectos (mineros, energéticos, agroindustriales, etc.), continúen penetrando, saqueando y explotando la población y los recursos naturales de manera más fácil y segura para sus intereses y los del imperialismo. Además “le queda muy bien” pintarse de democrático al sentarse a conversar con la oposición armada más fuerte en las ultimas décadas y aprovechar la situación para obtener una amnistía general para sus genocidas fuerzas armadas, causantes de miles de muertes a masas populares.
Por eso, desde sus inicios, el gobierno como títere del imperialismo yanqui, ha acatado su mandato de impulsar las negociaciones con las “molestas” guerrillas, que dificultan el libre desarrollo de sus planes.
Pero la guerrilla no se queda atrás. El mayor alcance de sus propuestas es garantizar su plena inclusión en este podrido Estado, que desde sus cimientos sirve y es controlado por las clases dominantes. Lo que están concertando en La Habana es ganar una que otra prebenda y cargo burocrático, no la transformación sustancial de las condiciones de vida de las masas en el país. Su oportunista concepción del Estado, los lleva a seguir como ejemplo el modelo reformista y asistencialista de Chávez, a defender los intereses de la gran burguesía burocrática; en ningún momento buscan destruir este Estado burocrático-terrateniente ni construir un Estado de obreros y campesinos. A lo sumo plantean un cambio en la forma de explotación y opresión de las masas, un cambio de régimen, de modelo, ¡como si bajo el Capitalismo de Estado las condiciones de las masas cambiaran radicalmente y como consecuencia, el blanco de la revolución fuera el Neoliberalismo! Su lucha no es contra la semifeudalidad, la semicolonialidad y el capitalismo burocrático. Su interés es claro: que sea el gran capital monopolista estatal el que dirija la economía, entrando ellos a hacer parte del Estado para poder usufructuarlo.
Cuando las FARC han tenido la posibilidad de transformar las relaciones sociales y de producción, y de generar nueva cultura, no lo han hecho. En lugar de formar bases de apoyo donde se construyera nuevo poder y en donde las masas tomaran en sus manos las riendas de la nueva sociedad, han aplicado políticas como el cobro de impuestos a terratenientes, narcos y multinacionales, que en nada sirven a resolver los problemas sociales y ambientales que éstas generan. Tampoco han promovido en hechos la producción nacional en detrimento de la ganancia imperialista, mucho menos han mejorado la educación y la salud en las bastas zonas bajo su control militar; lo común es la proliferación en muchas de ellas de el narcotráfico, los secuestros o el cobro de tributos a mineros, lo que evidencia su degeneramiento político y su incapacidad de apoyarse en sus propios esfuerzos y en las masas. Si en amplios territorios que dominaron con las armas no llevaron adelante una transformación social, mucho menos podemos esperar que en su participación legal electorera vayan a hacerlo. No olvidemos la historia: hasta la más “limpia” de las elecciones, es sólo un instrumento de las clases dominantes para hacer pasar su dictadura como democracia.
Su planteamiento de desarrollo rural no elimina el latifundio, ni el poder gamonal. Las zonas de reserva campesina que proponen no modifican la distribución de la tierra, ni las relaciones de servidumbre, a lo más garantizan algunos derechos al campesinado, gestión de proyectos, organizándolo en torno a políticas del Estado y aplacando su lucha por la tierra. Tampoco son antiimperialistas, son a lo sumo anti-yanquis, y en la misma línea de los gobiernos oportunistas de Cuba, Venezuela, Ecuador y otros, terminarán sirviendo a una u otra potencia imperialista.
Igual que en estos países, lo que buscan es reformar la democracia burguesa, para poder participar con mayores dádivas en la farsa electoral. Revisan permanentemente los principios del marxismo, mientras se jactan de ser los representantes del pueblo, y carecen de un análisis de clases que les permita identificar con claridad amigos y enemigos. Sus aspiraciones no son las de las grandes mayorías. Se limitan a reformas, en sus propias palabras: “de lo que se trata es de ser serios, de proponer cosas sensatas, de ser pragmáticos y aspirar tan solo a lo que la oligarquía está dispuesta a conceder” (FARC-EP, comunicado del Secretariado del Estado Central, 22 de Sept. de 2012).
Esta “paz” responde al camino burocrático de la reacción, el imperialismo y el revisionismo, que sirve para reestructurar el Estado y para desviar al pueblo del camino de la Guerra Popular. Mientras tanto la recesión, el aumento del despojo, de la concentración de riquezas, ha llevado a mayores protestas dentro y fuera del país; basta ver la huelga en el Cerrejón, el paro cafetero, las luchas contra la minería, contra la falta de servicios públicos, entre otras. Hay quienes argumentan que una vez se firmen los acuerdos, se abrirán más los espacios democráticos, pero la historia ha demostrado que este Estado no duda en emplear violencia reaccionaria contra el pueblo si este llega a obstruir el enriquecimiento y poder de las clases dominantes. Para nosotros es claro que debemos promover y dar perspectiva revolucionaria a estas luchas populares para preparar la guerra popular, que hoy se concreta en reconstituir el Partido del proletariado que la dirija.
Sin solución a los verdaderos problemas de las masas, sin acabar la explotación, sin que el pueblo tenga el PODER, no habrá paz. En Colombia se requiere iniciar y desarrollar una revolución agraria que destruya el latifundio y acabar el saqueo por parte del gran capital. Los Partidos Comunistas en el mundo que desarrollan guerras populares confirman que este es el verdadero camino del pueblo; las masas en India, Perú, Turquía y Filipinas están construyendo nuevas relaciones, nueva cultura; con las armas en la mano han expropiado a los grandes dueños de la tierra, han aumentado la participación de la mujer en medio del proceso de emancipación del conjunto de la sociedad; se sostienen gracias a sus propios esfuerzos y edifican el futuro dando el poder a las masas trabajadoras, sirviendo a la revolución proletaria mundial.
La Organización Maoísta sabe que ha sido la lucha y no la conciliación la que ha permitido al pueblo mejores condiciones, no han sido de ninguna manera las dádivas de las clases dominantes. Rechazamos que se usen las reivindicaciones de las masas para corporativizarlas con fines electoreros. El pueblo quiere paz, pero la lucha es el único medio para conquistar una vida mejor, como precisamente lo recordamos cada el 1º de mayo. El pueblo va a seguir luchando y, como siempre, a través de esa lucha va a conseguir bienestar, felicidad y una verdadera paz. Sin el Partido Comunista militarizado, en cambio, no se logrará la transformación revolucionaria de la sociedad. Luchemos por reconstituir, sobre la base de las luchas y de la experiencia de nuestro pueblo, el Partido del proletariado que dirija a las masas hacia su liberación.
Llamamos al pueblo colombiano a impulsar su organización clasista por sus reivindicaciones, independientemente del Estado (y de cualquier partido politiquero, incluido el que funden las Farc con otros oportunistas), transformar décadas de infructuosa lucha armada en Guerra Popular, que hemos de iniciar en cuanto se reconstituya el Partido Comunista, y una vez izadas las banderas, jamás deberán ser arriadas hasta la victoria del pueblo. Llamamos a los revolucionarios coherentes -que no han claudicado ante el llamado pacificador del imperialismo y la reacción- a desenmascarar a los falsos líderes del pueblo que hoy regatean el mecanismo de inserción dentro de la democracia burgués-terrateniente, a asumir la ideología del proletariado: el marxismo.
El marxismo-leninismo-maoísmo y los aportes de validez universal del presidente Gonzalo iluminan el camino hacia la revolución. Impregnemos de esta teoría revolucionaria cada una de las organizaciones sociales, de las organizaciones gremiales, de las luchas del pueblo. Fundámonos más con las luchas de las masas en las ciudades, pueblos y veredas de nuestro país, así como con los luchadores de otras partes del mundo. Aprendamos de los aciertos y errores de los camaradas en Perú, India, Turquía y Filipinas. Levantemos las banderas de la revolución y pisoteemos las del revisionismo, el imperialismo y la reacción.
Confiamos en que el pueblo colombiano, templado a través de tantos años de dura lucha, contrapondrá el camino democrático al camino burocrático de la reacción y el revisionismo, y en los años por venir, levantará nuevamente su puño armado para transformar esta sociedad enferma, a través de la Guerra Popular dirigida por su Partido Comunista, que enarbole, defienda, aplique y desarrolle el marxismo -hoy maoísmo- demostrando su vigencia y poder transformador.
¡Contraponer al camino burocrático de la reacción y el revisionismo que se vale de acuerdos de paz, el camino democrático del pueblo con Guerra Popular!
¡Desarrollar la protesta popular y las organizaciones independientes y clasistas del pueblo!
¡Abajo el viejo estado burocrático-terrateniente al servicio del imperialismo!
¡Mientras las FARC se terminan de pudrir en las entrañas del viejo Estado, el pueblo colombiano continuará en la lucha por reconstituir el partido del proletariado!
¡Salvo el poder todo es ilusión!
¡Abajo el revisionismo! ¡Viva el maoísmo!
¡Proletarios y pueblos del mundo uníos!
ORGANIZACIÓN MAOÍSTA
para la reconstitución del
Partido Comunista de Colombia(OM rpcc)
1ro de Mayo de 2013