lunes, 17 de octubre de 2011

Volante Octubre 2011

INSISTIMOS: ¡La locomotora
que necesita e l pueblo es la REVOLUCIÓN!

 > Con Santos cambió la forma pero no el fondo <

El tipo de gobierno fascista y corporativista de Uribe, su estilo gamonal, caudillesco y rencilloso, la podredumbre clientelista que cultivó para cumplirle a todo su feudo de parásitos burócratas ("carrusel" salud, DNE, Fondelibertad, ICBF, etc.) y la persistente resistencia del pueblo, terminaron debilitando las instituciones burguesas, la "gobernabilidad" y la unidad de las clases explotadoras. El imperialismo y un gran sector de las clases dominantes reconocieron entonces que había que cambiar la forma manteniendo el fondo y montaron así a uno de sus seguidores: Juan Manuel Santos.

¿Por qué decimos esto? Porque ni durante la campaña ni en ningún momento de su gobierno Santos ha siquiera cuestionado la médula del gobierno de Uribe: la "seguridad democrática" y la "confianza inversionista"; lejos de eso, las ha profundizado gracias a que ha generado mayor unidad entre las clases dominantes, ha mostrado mayor pragmatismo en su aplicación y más habilidad en su misión presidencial de engañar al pueblo, intentando limpiar el nombre de las putrefactas instituciones burguesas, mostrándose como un gran reformador y conciliador.


El gobierno de Santos impulsa su economía principalmente con la llamada "locomotora minera", aumentando la entrega de nuestros recursos al gran capital imperialista y gran burgués, a costa de la energía y la sangre de nuestro pueblo (mineros sepultados en socavones, pueblos degradados y en la miseria, etc.), mientras ataca y criminaliza la pequeña minería artesanal de subsistencia popular. Se vanagloria del aumento desaforado de la Inversión extranjera y anda vendiendo el país por todo el mundo (TLCs) y buscando salida para la producción de la gran burguesía y los capitales del imperialismo asentados en el país y que posan falsamente de tener carácter nacional. El vendepatria llama al mayor saqueo "boom minero", cuando no es más que la profundización de la semicolonialidad, carácter estructural de nuestra sociedad desde hace 200 años cuando logramos expulsar a España, pero nos pasó a dominar Inglaterra y luego EEUU, quedando inconclusa nuestra independencia nacional.


Por otra parte, su "locomotora agraria" continúa los planes del imperialismo yanqui de profundizar la semifeudalidad, esto es, mantener la concentración de la tierra, el poder gamonal, la servidumbre y el atraso económico en el campo para impedir el desarrollo independiente nacional. Más aún, lo que intenta es impulsar más la penetración del capitalismo burocrático en el campo. A eso sirve su plan para el agro de "restitución, titulación y formalización", con el que apuntan a que unas pocas tierras se le retornen a los campesinos mientras la gran mayoría - arrebatadas a sangre y fuego por las fuerzas militares-paramilitares- se legalicen en manos de nuevos propietarios que las adquirieron "de buena fe". Además, como dice el ministro de agricultura, se promoverá el retorno para hacer el campo más atractivo a la inversión, o sea, garantizar que tendrán mano de obra campes ina aún más barata para los megaproyectos que seguirán ampliándose, vinculada a través de relaciones atrasadas con apariencia moderna (servidumbre salarial). Es decir, no habrá ninguna reforma agraria, no entregarán al campesinado ni una hectárea de las tierras de los megaproyectos agrícolas y extractivos de imperialistas, granburgueses y terratenientes (minería, petróleo, palma, cacao, caucho...), y en cambio legalizarán las tierras usurpadas.


En cuanto a la titulación y formalización, asuntos que tocará la proyectada ley rural, es lo mismo de los últimos 80 años: el viejo camino terrateniente burocrático en el agro, con una política de impulso a la compra-venta de tierras, que más temprano que tarde conduce al endeudamiento y ruina del campesino y su consecuente sometimiento al capital financiero, todo para activar el mercado rural de tierras, reconcentrarlas en manos de las clases dominantes y despojar al campesinado, ahora por la vía legal.


Santos sabe además, que para aumentar sus arcas no basta con seguridad. Hay otros tres elementos fundamentales que quisiéramos resaltar:


1. Unificar mejor a las clases dominantes contra el pueblo, de ahí la "unidad nacional"; a diferencia de Uribe, que sospechaba y perseguía políticos de otras facciones y sectores de las clases dominantes, Santos comprende mejor que "respetar" la oposición gobiernista cumple precisamente la misión de darle sostén al viejo Estado, tratando de hacer aparecer la dictadura como una democracia. Además, el gobierno quiere ir más allá en la unificación. Las clases dominantes saben que los intereses de fondo de las guerrillas de oposición no son incompatibles con el mantenimiento del carácter burgués-terrateniente del Estado actual, por eso, luego de darles duros golpes militares están abriendo la puerta a diálogos y negociaciones con las guerrillas reformistas de las FARC y el ELN, que casi desde su nacimiento han buscado incorporarse al viejo Estado.


2. Legitimar el Estado. Con su nuevo estilo, el gobierno Santos intenta limpiar la alicaída imagen de las instituciones del viejo Estado que hieden a genocidio y corrupción, pero eso sí, cuidando no cuestionar en lo más mínimo el carácter reaccionario del anterior gobierno.
Santos intenta difuminar el carácter de clase burgués-terrateniente del Estado ante el pueblo y llevar sus luchas a la capitulación, poniendo como vicepresidente un supuesto líder obrero, viejo parásito que cabalga sobre la lucha obrera, simulando una ''oposición'' dentro del gobierno, con el fin de romper huelgas y dar un carácter "social" y conciliador de clases al viejo Estado, que no por ello deja de ser un aparato de  presión sobre el pueblo.


Su plan, que nos recuerda a Alfonso López Pumarejo en los años 30, es pasar como gran reformador, darle un respiro al viejo Estado, presentarlo como progresista en miras de apuntalarlo y contener así la lucha del pueblo; a esto también sirve el falso desmonte de las cooperativas de trabajo (ahora con otro nombre) y las leyes de víctimas y tierra, que buscan dividir y debilitar la lucha obrera y campesina. El mismo Santos dice "yo quiero ser socialmente progresista" y "me sentiría honrado" si por ello dijeran que soy "un traidor de clase". Vean hasta donde llega la desfachatez de este explotador, hambreador, vendepatria y genocida.


3. Consolidar y ajustar el aparato de represión. Su recién aprobada "ley de seguridad ciudadana", establece como delito el bloqueo de vías con castigo hasta de ¡2 años de cárcel! Ya están siendo procesados bajo esta ley algunos de los manifestantes que recientemente bloquearon Transmilenio, aunque nada les pasó a los directivos de Pacific Rubiales que bloquearon las vías para impedir el acceso de los sindicalistas de la USO que se dirigían a respaldar la protesta de los obreros del petróleo. Esta ley también establece una pena de 5 a 12 años para la minería ilegal (incluida la pequeña minería), mientras la minería legal y monopólica destroza el país impunemente.


En síntesis, este gobierno en tan sólo un año ha mostrado que, al igual que Uribe y, sus antecesores, es un fiel lacayo del imperialismo yanqui y representante de los grandes burgueses y terratenientes de este país, pero con estilo soterrado, pragmático y demagogo, tácticas que usa para aumentar la explotación y opresión del pueblo y esquilmar la nación, manteniendo así el carácter de este país como semifeudal y semicolonial, base sobre la cual se desenvuelve un capitalismo burocrático al servicio del imperialismo principalmente yanqui.


 > La oposición y las elecciones <

Este mes, los representantes de las clases dominantes, ya sean reaccionarios declarados (fascistas o demoliberales, socialdemócratas o neoliberales), junto a oportunistas y revisionistas de distinto pelaje, se enfrentan en la rebatiña electoral, en busca de qué facción tendrá los mejores cargos, podrá disponer de los presupuestos locales para gastar en su beneficio los dineros producidos por el pueblo trabajador, ejercer el poder militar e ideológico para dominarlo y aumentar la tasa de ganancia en su explotación. Así, las elecciones hacen parte del camino burocrático. Se hace necesario recordar y asimilar las profundas y vigentes palabras de Marx:


“A los oprimidos se les autoriza para decidir una vez cada varios años
¡qué miembros de la clase opresora han de representarlos y aplastarlos
en el Parlamento!"

Por eso es que el pueblo no debe votar, nuestro voto será usado para legitimar su democracia. Recordemos las palabras del Partido Comunista del Perú: "las elecciones sólo han sido instrumento de dominio de terratenientes feudales y grandes capitalistas" ¿Qué cambios sustanciales ha tenido el pueblo en decenas de ciclos electorales? NINGUNO, sus conquistas han sido fruto sólo de su lucha y esta vez no será la excepción, es un problema de la estructura económica de la sociedad, mientras unos pocos posean los medios de producción, las empresas, las tierras y sometan a la mayoría del pueblo a trabajar para ellos y para el imperialismo, el Estado tendrá carácter burocrático-terrateniente. Ya que el Estado se sostiene en definitiva por la fuerza de las armas, la estructura social sólo puede ser cambiada mediante el derrocamiento violento de su poder y el establecimiento de un nuevo Estado democrático basado en la alianza obrero-campesina en unidad con la pequeña burguesía y el ala izquierda de la burguesía nacional, para distribuir la tierra entre quienes la trabajan, expulsar al imperialismo y pasar a organizar la economía planificada en beneficio del pueblo, edificando el socialismo. Por eso decimos:

¡No votar, boicotear las elecciones para entrabar el camino burocrático y
desarrollar el camino democrático!

 > La oposición armada y la paz en Colombia <

Más de 40 años llevan las guerrillas actuales en una guerra interna de oposición a los diferentes gobiernos de turno. Aunque dicen ser ejércitos "del pueblo" o de "liberación nacional", en todas estas décadas no han constituido ni la más mínima zona de poder para el pueblo. Son insurrectos errantes, militaristas que priorizan la destrucción a la construcción. En sus zonas de influencia y cuando tuvieron su mayor desarrollo, mostraron ser en esencia iguales que el viejo Estado, no destruyen sus instituciones burocráticas ni construyen gobiernos populares en las regiones, sino que a lo sumo se volvieron la nueva policía, que hace su propia "justicia" sin empoderar a las masas.


Tampoco confiscan la propiedad terrateniente, gran burguesa e imperialista, sino que éstos pueden quedarse allí si pagan a la guerrilla una "vacuna", sin romper así las relaciones de propiedad de la tierra, - base semifeudal que mantiene nuestro atraso y dominación- ni entregar ésta a quien la trabaja camino a democratizar el campo y el país.


Ocho años del gobierno genocida de Uribe y especialmente 5 años de aplicación de la ''nueva estrategia'' militar diseñada directamente por el imperialismo yanqui (asesoría e inversión en labores de inteligencia y capacidad aérea, centrando en golpear la dirección insurgente), llevaron a la guerrilla al repliegue temporal, pero aún así en los últimos dos años las FARC ha vuelto a tomar la iniciativa en algunas zonas y ha golpeado reiteradamente a las fuerzas militares y policiales.


La anhelada derrota militar de la guerrilla por algunos grupos de las clases dominantes está siendo poco a poco descartada y ahora empiezan a tomar fuerza -aunque cautelosamente por sus fracasos pasados-, los que apuntan a una salida negociada de la guerra. Allí está Santos, el partido liberal, el polo, entre otros, y también allí están las guerrillas.


Los hijos del pueblo obviamente queremos una sociedad en paz, pero eso NO es posible mientras exista la dominación imperialista a la nación, el poder terrateniente y el dominio del gran capital. Estos intereses son antagónicos con la paz. Entonces no debemos dejarnos engañar por discursos de "paz con justicia social", de la solución a los "problemas políticos causantes de la guerra", de "convención nacional de todos los actores sociales", "asamblea c o n s t i t u y e n t e ", e t c. E s t o constituye una revisión de los principios marxistas y una negación de la historia. No puede haber paz mientras domine el imperialismo y la reacción. Se trata además de un asunto de sentido común: hoy las guerrillas ni siquiera tienen la fuerza política y militar para presionar esas "reformas profundas que demanda el país" en la mesa de negociación.


Sin importar los aparentes métodos radicales que la guerrilla ha tomado, o su discurso de "paz con justicia social", los hechos reiteradamente demuestran que ésta no lucha por los intereses supremos del pueblo y que ha aspirado gobierno tras gobierno a entrar, no a destruir, al viejo Estado. Tiempo más tiempo menos, estos dirigentes revisionistas harán parte del viejo Estado, obtendrán algunos puestos y prebendas para ellos y sus más cercanos (tal cual hoy algunos ex-guerrilleros) y traicionarán al pueblo, al campesinado principalmente, pueblo que combatió, héroes que cayeron con la ilusión de tener la tierra para trabajarla, quitar se de encima la dominación terrateniente y del gran capital imperialista. Por eso hay que desenmascarar las falsas ilusiones de cambio y paz que siembra el revisionismo armado y unir al pueblo para iniciar la Guerra Popular, bajo dirección del Partido Comunista de Colombia hoy en reconstitución.


 > El camino del pueblo <

Entremos ahora a lo principal, el campo del pueblo. Éste batalla día a día por sus derechos. Los obreros de las petroleras luchan contra sus precarias condiciones de trabajo, las beligerantes protestas en el Meta así lo han demostrado. Los pequeños mineros combaten contra la policía contra la criminalización de la minería artesanal del pueblo. El pueblo lucha contra el saqueo del país por el gran capital.


Los campesinos, comunidades negras e indígenas del pueblo en recientes encuentros a nivel nacional, expresan su memorial de agravios, demuestran su capacidad de organización y beligerancia. A pesar de que oportunistas y revisionistas los quieren centrar en discursos de paz para ellos conseguir su incorporación al viejo Estado, la realidad es más tozuda y conlleva a que la consigna central de las masas sigue siendo la conquista democrática ¡tierra para quien la trabaja!


Las masas de las ciudades combaten por sus derechos, contra la inseguridad en sus barriadas ("lo que dejan 9 años de seguridad democrática") y el acceso a servicios públicos. Casi a diario es bloqueado el sistema de transporte del gran capital; los venteros ambulantes luchan todos los días contra el desalojo represivo de las fuerzas policiales; los estudiantes universitarios se aprestan a combatir la imposición de la reaccionaria ley de educación.


El pueblo clama que se le organice, que se le dirija. Y el proletariado está organizando a los mejores hijos del pueblo para reconstituir su organización de vanguardia: el Partido Comunista de Colombia (PCC), organización que será militarizada, pues se reconstituirá con el propósito de iniciar la lucha armada para derrocar el poder burocrático terrateniente y construir el nuevo poder de dictadura popular contra la reacción y democracia para el pueblo.


Llamamos a todo el pueblo colombiano a persistir en el combate por nuestros derechos, nunca nada nos han dado, todo lo hemos arrebatado en lucha, en resistencia y combate contra la reacción. Impulsamos a las masas a organizarse para elevar y ampliar esta lucha, a conformar sus sindicatos, ligas, comités, etc. para la defensa y conquista de sus reivindicaciones económicas y políticas. 

¡Contra la profundización del atraso y saqueo de la
nación, resistencia popular y avanzar firmemente en la
reconstitución del PCC y el inicio de la Guerra Popular!

¡Impulsar, unir y organizar al pueblo en la lucha por sus
reivindicaciones económicas y políticas!

¡Abajo la reacción, el revisionismo electorero y armado.
Desenmascarar y combatir sus cabezas y persuadir a sus
bases hacia el camino del pueblo!

¡Viva el marxismo-leninismo maoísmo y los aportes de
validez universal del Presidente Gonzalo, avanzar en su
aplicación concreta y creadora para hacer la revolución
en Colombia!

¡Por la paz para el pueblo y NO para la reacción,
avanzar los planes por la nueva sociedad democrática,
hacia el socialismo y el comunismo!

¡Oponer al camino burocrático que se vale de elecciones
el camino democrático usando la táctica del boicot!

domingo, 1 de mayo de 2011

LA VERDADERA LOCOMOTORA QUE NECESITA EL PUEBLO ES LA REVOLUCIÓN

Este primero de mayo nos encontramos con el gobierno de Santos, y vale preguntarnos ¿qué significa esto para el pueblo colombiano? Si bien somos conscientes de que no se pueden caracterizar los gobiernos simplemente a partir de quién sea el presidente, sí podemos tener pistas de lo que representan y harán. Veamos.

Santos fue ministro de comercio exterior durante la apertura neoliberal de Gaviria, que quebró el poco desarrollo nacional existente, postrándonos más al mercado impuesto por las potencias imperialistas; luego fue ministro de hacienda del gobierno Pastrana, recordado por el recorte a las transferencias que redujeron el presupuesto a la educación, salud y saneamiento público y para completar, ejerció como ministro de defensa de la 'seguridad democrática' de Uribe, del cual conocemos de sobra sus incontables crímenes contra el pueblo, baste nombrar los viles asesinatos extrajudiciales de masas, mal llamados "falsos positivos". Vamos viendo entonces quién es este señor, un hijo selecto de la gran burguesía -sobrino de ex presidente, primo de vicepresidente-, nacido en 'cuna de oro', educado en los EE.UU. y agente del imperialismo. Ahora analicemos algunos de los elementos que hay en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) "Prosperidad para todos 2010-2014", así como algunos de los proyectos bandera de este gobierno, que nos permiten caracterizar más claramente este periodo.

La política económica plasmada en el PND destaca porque buscará seguir aumentando la inversión de gran capital, principalmente privado, como mecanismo de impulso de las diferentes ramas de la economía, donde la minería y el sector agroindustrial son centrales. No se habla de un cambio de modelo, mucho menos cambio de sistema económico; se trata de impulsar lo existente con dicha inversión y aplicar algunas reformas al Estado -"medidas modernizadoras", en palabras del PND- que permitan hacer más eficiente la explotación y el saqueo.

Para el campo  tenemos la ley de tierras y ley de víctimas. Con ellas buscan reducir las tensiones sociales y la presión internacional sobre el Estado colombiano, debido a los innumerables y atroces crímenes que éste ha cometido mediante su aparato legal e ilegal, disimulándolos y maquillando las estadísticas. Detrás de la cortina de la ''reparación'' y bajo el argumento de "desarrollo empresarial en el campo", se abre más la puerta a las multinacionales para que usufructúen nuestra tierra, la mano de obra rural manteniendo y desarrollando relaciones semifeudales, como en el caso de varios de los megaproyectos agrarios que vienen impulsando bajo la modalidad asociativa.

Aunque se habla de distribución de tierras (6 millones de hectáreas) en manos de la 'ilegalidad' (narco-paramilitarismo), es claro que nada de esto cambiará la estructura semifeudal del país: con relaciones de producción pre-capitalistas en el campo (aparcería, pago de renta de la tierra en especie, con trabajo y dinero), expresiones arraigadas entre las masas de sumisión individual (servidumbre) y el poder gamonal en las regiones quienes imponen la ley con las bandas de asesinos a sueldo y la propiedad latifundista sobre la cual se levanta todo el sistema económico. Esta condición ha sido persistente a pesar de innumerables ‘reformas agrarias’, cuyos resultados a lo largo del siglo XX en nuestro país no han hecho más que confirmar el carácter y el fin de las leyes dentro de este Estado burocrático-terrateniente, sin importar el gobierno de turno y las etiquetas que le hayan puesto a sus políticas. Desde 1936, apenas 1.5 millones de hectáreas han sido "redistribuidas" por compra, casi nada por expropiación y la estructura agraria sigue intacta: latifundios improductivos o de-dicados a la agricultura de exportación, al lado de mini y micro fundíos de subsistencia. ¡En más de 70 años, el problema de la tierra, de su propiedad y dedicación, no ha sido tocado en lo fundamental! Basta ver las cifras actuales del Estado (IGAC): 97% de los propietarios con menos del 25% de la tierra, mientras el 0,4% de los propietarios concentra más del 60%, usando para explotación agrícola tan sólo el 2% de ella.

Para el sector minero el gobierno ha acogido el existente plan nacional minero, que busca facilitar la actividad del sector para el denominado segmento tres: empresas de ''alta capacidad de inversión y conocimiento del negocio minero''. Con esto, no se refieren más que a entregar nuestros yacimientos al gran capital extranjero a costa de mayor miseria para nuestro pueblo, junto con la destrucción de ríos, páramos, ecosistemas marinos, bosques y selvas. El actual gobierno viene impulsando más que cualquier otro la inversión extranjera en este sector: tan sólo en enero de este año se invirtieron 1.270 millones de dólares en el sector minero e hidrocarburos, un aumento del 115,4% con respecto al mismo mes del año pasado, esta cantidad representa el 93,4% del total de la inversión extranjera que entró al país en el mismo mes (1).

Para la educación  han preparado la reforma a la ley de educación, que bajo el discurso de mejorar calidad y cobertura, promueve por un lado una mayor inversión de empresarios sedientos de ganancia en las Universidades (lo mismo que ya hicieron con la salud al convertirlo en un lucrativo negocio), donde se "ofrezca el servicio de educación" pasando por encima del derecho básico que se ha ganado el pueblo a educarse, y por otro, más préstamos con el Icetex que cargan a los estudiantes y sus familias con enormes deudas. Esta re-forma, que no tiene absolutamente nada de novedoso, tiene como principal objetivo continuar postrando la educación a los intereses del gran capital privado y continuar reduciendo la financiación esta-tal de la universidad pública, que a pesar de ser sostenida con el sudor del pueblo, un pueblo que necesita de una educación a su servicio, de carácter científica y para el desarrollo de la nación, puede acceder cada vez menos a ella.

Por todo lo anterior, afirmamos que el objetivo del gobierno Santos es reimpulsar el capitalismo burocrático (capitalismo al servicio del imperialismo, impuesto por éste, que no destruye las relaciones feudales existentes sino que las evoluciona), especialmente en el sector primario de la economía, hacerlo más eficiente pero desde luego sin resolver el problema de concentración de la tierra, base de las relaciones semifeudales en el campo y mantenernos postrados como país productor de materias primas bajo los designios del imperialismo, principalmente de los EE.UU., manteniendo también el carácter semicolonial que en los últimos dos siglos hemos padecido.

El pueblo necesita organizarse más y mejor.

Hemos visto cómo el gobierno de Santos mantiene la línea esencial llegada de sus antecesores, cambiando -desde luego- algunas formas, como siempre se hace cada cuatro años. En este caso, buscan "moderar" aspectos del fascismo aplicado por Uribe y profundizar el corporativismo; con nuevas caras y estilos, pero sin cambiar la estructura política, ni el sistema económico. 

El gobierno de Santos es un fiel representante de un amplio sector de las clases dominantes, en especial de la gran burguesía compradora (es decir, del capital minero, agroindustrial y financiero que no pertenece al Estado). Con su gobierno de "unidad nacional" viene intentando hacer un 'control de daños' a las instituciones del Estado tras el gobierno fascista de Uribe del que él mismo participó. El nuevo discurso tecnocrático y demoliberal  (y su vicepresidente "proletario") es un intento para tratar de "relegitimar" el Estado y evitar un estallido de masas como consecuencia de la situación de inconformidad social existente.

Por lo tanto, a pesar de su "nuevo estilo", Santos y su gobierno están muy lejos de resolver los problemas de nuestro pueblo. Tan sólo en las últimas semanas han sido asesinados impunemente más de 15 líderes campesinos, por el simple hecho de reclamar por la vía legal la tierra que les pertenece y que les fue usurpada a sangre y fuego por las clases dominantes. Hechos como estos borran de un plumazo todas esas supuestas "garantías democráticas" y constitucionales de las que tanto nos hablan. Las muertes de estos líderes son la cruel reiteración de nuestra historia, en la que las masas populares han pagado con su sangre los derechos que hoy debemos seguir defiendo.

¿Cuántas veces nos han prometido reforma agraria? ¿Castigo para los crímenes contra el pueblo? ¿Libertad de expresión y democracia? ¿Qué de esto se ha cumplido? ¿Cuánto de esto se ha logrado sin que el pueblo luche por ello?

Desde nuestra perspectiva, esa misma historia demuestra claramente que al pueblo no le queda otro camino distinto a la lucha armada. Este planteamiento sigue siendo tan válido hoy como hace 40 años,  aun cuando las dos organizaciones guerrilleras de oposición más grandes del país estén hablando otra vez de lograr una "solución política al conflicto" y buscar "caminos de paz". Solución que, de acuerdo a sus posiciones políticas, no va más allá de reformar instituciones y conseguir algunos espacios en un Estado que está podrido hasta el tuétano, alejándose cada vez más de la transformación económica, social y política profunda de la nación colombiana.

Desde luego, hay muchos que tildan de anacrónico o revaluado el planteamiento marxista de la toma del poder por la vía violenta, pero la historia sigue demostrando que mientras el pueblo no ejerza el poder con armas en la mano, le seguirán siendo arrebatados sus derechos. En ese sentido, diferentes organizaciones políticas vienen planteando la "unidad" como el problema central que nos impide conseguir dichas transformaciones. Creemos que esto es cierto sólo parcialmente.

Si bien es indispensable contar con un programa genuinamente revolucionario alrededor del cual todos los sectores del pueblo puedan luchar unificadamente por sus reivindicaciones, es necesario aprender de nuestra historia, que señala que las clases dominantes y el imperialismo han recurrido a la violencia siempre que el pueblo ha reclamado sus derechos: masacres, asesinato de líderes sindicales y populares, desapariciones, ejecuciones sumarias, encarcelamiento y exilio han sido la constante. No cabe entonces hablar de una transformación radical de la sociedad, ni de la unidad, sin que ello vaya atado a la necesidad de hacerlo a través de la violencia revolucionaria, o más concretamente, de una guerra revolucionaria de todo el pueblo, una Guerra Popular. De lo anterior se desprenden las que consideramos son las dos tareas fundamentales en las que debe avanzar el pueblo en el presente período.

En primer lugar, es indispensable desarrollar, cualificar y articular las organizaciones campesinas, obreras, estudiantiles, barriales, populares y culturales, que con total justeza vienen reclamando la democratización de la tierra; condiciones de trabajo dignas y alza generalizada del salario; acceso a un sistema de salud de calidad; educación popular y al servicio de la nación con total financiación estatal; castigo a los asesinos del pueblo, que hoy se pasean a sus anchas mientras que personas del pueblo son apresados injustamente por luchar; detener el saqueo de los recursos naturales y la devastación ecológica a manos del gran capital, entre otras muchas reivindicaciones.

En segundo lugar y principalmente, es necesario avanzar hacia la construcción de una organización capaz de unir y orientar todas estas luchas en un sólo torrente revolucionario, indisolublemente ligado a ellas, capaz de sintetizar la rica historia de nuestro pueblo, porque somos descendientes de combativos indígenas como los bravos Pijaos y los inconquistables Tayronas, pueblos que nunca se doblegaron ante la opresión y organizaron la resistencia en el sur y norte del país. Una organización capaz de retomar el legado de libertad de los cimarrones con dirigentes como Benkos Biojó, el legado de rebeldía de los comuneros hace 230 años con Manuela Beltrán y José Antonio Galán, ejemplos de coraje y firmeza en sus convicciones contra la opresión.

Una organización que retome los aportes y experiencia acumulada por los comunistas y revolucionarios en Colombia para reconstituir el Partido Comunista, uno que sea verdaderamente consecuente con su nombre, que inicie y dirija la lucha armada en el campo con complemento necesario en las ciudades, para destruir parte por parte el Estado, construyendo un nuevo poder en zonas cada vez más amplias del país hasta conquistarlo a nivel nacional mediante insurrecciones de masas en las ciudades. Todo esto sobre la base de la unidad de todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias de la nación, amplia unidad de un pueblo que demanda cambios reales y profundos. En ello está comprometida la Organización Maoísta.

Hoy primero de mayo, día en que mujeres y hombres en todo el mundo conmemoramos la lucha del proletariado por un mundo nuevo, renovamos la invitación a todas y todos los trabajadores, obreros, campesinos, intelectuales, mujeres y jóvenes a dedicar sus vidas a la más grande tarea de todas: impulsar la locomotora de la revolución.

¡Viva el 1º de mayo día internacional de la clase obrera: rojo, revolucionario e internacionalista!

¡Abajo el gobierno de Santos! ¡Abajo el Estado de grandes burgueses y terratenientes proimperialistas!

¡Por tierra, soberanía y democracia, desarrollar la protesta popular!

¡Avancemos por el sendero que hoy recorren las masas en Guerra Popular prolongada en Perú e India!

¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo y los aportes de validez universal del presidente Gonzalo!